El restaurante y la estación.
Una semana después de nuestra entrada al departamento, había pasado la eufória de éste. "Él" hacía sus cosas con normalidad y únicamente nos veíamos por las noches. Mientras tanto, yo me dedicaba a buscar un trabajo, ya que tenía -por fin- mis permisos en la mano. Caminaba por las calles en busca de trabajo, iba a entrevistas, me rechazaban y seguía buscando. En una tarde, cuando el sol descargaba con coraje su poder sobre la ciudad, encontré un pequeño restaurante en donde ofrecían comida de latinoamérica. Entre al local y pregunté por el empleo. Me atendió la esposa del encargado del lugar. Esta persona encargada que, por cierto, es latinoamericana, me pidió que hiciera una cita para poder charlar más a fondo y entrevistarme. Con la ilusión en la mano regresé a darle la noticia a mi esposa. Esa noche dormí satisfecho porque veía una posibilidad de trabajar. A la mañana siguiente me arreglé para salir a la entrevista. Me puse mis mejores galas (uy sí, cómo no) y llegué al...