Nubes (también en mi cabeza)

Horas y horas de vuelo: en esto se puede definir un viaje a Europa. Bueno, también se le puede agregar el desgaste de asentaderas, dolores de piernas y unas ganas de fumar bárbaras. Cómo recuerdo todavía aquellos momentos cuando mi cuerpo era transportado por un avión por encima de Estados Unidos, Canadá, Groenlandia, Islandia, Gran Bretaña, Holanda y, finalmente, Alemania.

Nunca había sentido un aterrizaje tan brusco como el de Düsseldorf; nunca había sentido un cansancio tan brutal como cuando llegué a esa ciudad. Pero el cansancio no era lo que importaba, NO, en definitiva no lo era; lo que realmente importaba es que contaba con un poco más de mil euros ( y digo un poco más porque eran máximo 50 euros más, o sea, NADA), lo que realmente ocupaba mi mente era que traía conmigo a  mi esposa y a un niño de seis años y nadamás teníamos reservado un hotel para tres noches, NADAMAS, sin familia, sin amigos, sin casa, sin trabajo, poco idioma. Lo único que me mantenía un poco más apegado a la realidad era un pequeño MP3 que compré en Salinas y Rocha; me costó 200 pesos y acaba de dar sus últimas hace aproximadamente un mes. 

Justo ahorita escucho una de las canciones que más me gustan y que formó parte de mi estado de ánimo cuando llegué a Alemania. Se las pongo también, a ver si les gusta, aunque sé que si no les gusta el Gothic, puede ser que sientan un rechazo ínmediato.



 Mi mente divagaba y no me dejaba disfrutar de lo bonita que se aparecía la ciudad ante mis ojos. Así que traté de relajarme y busqué una sala para fumadores en el aeropuerto de Düsseldorf; mi búsqueda resultó infructuosa.

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