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Showing posts from June, 2010

El restaurante y la estación.

Una semana después de nuestra entrada al departamento, había pasado la eufória de éste. "Él" hacía sus cosas con normalidad y únicamente nos veíamos por las noches. Mientras tanto, yo me dedicaba a buscar un trabajo, ya que tenía -por fin- mis permisos en la mano. Caminaba por las calles en busca de trabajo, iba a entrevistas, me rechazaban y seguía buscando. En una tarde, cuando el sol descargaba con coraje su poder sobre la ciudad, encontré un pequeño restaurante en donde ofrecían comida de latinoamérica. Entre al local y pregunté por el empleo. Me atendió la esposa del encargado del lugar. Esta persona encargada que, por cierto, es latinoamericana, me pidió que hiciera una cita para poder charlar más a fondo y entrevistarme. Con la ilusión en la mano regresé a darle la noticia a mi esposa. Esa noche dormí satisfecho porque veía una posibilidad de trabajar. A la mañana siguiente me arreglé para salir a la entrevista. Me puse mis mejores galas (uy sí, cómo no) y llegué al

"Él"

LLegué puntualmente a la cita: a las nueve, como "él" me había dicho. Cojimos dos bicicletas y enfilamos hacia el centro de Dresden. Yo no sabía a donde nos dirigíamos, solamente pedaleaba. Al fin llegamos a un edificio grande; de aspecto un tanto comunista (y es que sí fue construído por los comunistas), bajamos de las bicicletas y entramos a la administración. Esta vez todo fluía de manera diferente: yo no hablaba y me limitaba a escuchar y asentar cuando se me preguntaba algo, todo lo demás lo hacía "él" . Salimos de la oficina y enfilamos hacia otro edificio con el mismo aspecto del primero. En esta ocasión no nadamás hablaríamos en la administración, sino que entraríamos a ver uno de los departamentos. Había pasado esa barrera, gracias a "él" , me encontraba ante una situación que pintaba ser buena. Me preguntaron si me gustaba el departamento y asenté de manera inmediata (ni modo de darme el lujo de decir que no). Salimos del departamento e hicimos

Un encuentro vía ajedrez

Siempre me ha apasionado el ajedrez. Antes de tener obligaciones, me la pasaba jugando ajedrez con amigos o en internet. No es extraño entonces, que al ver a una persona sentada frente a un tablero de ajedrez, y que además, hablara mi idioma, haya sentido cierta curiosidad por charlar con él y jugarnos unas buenas partidas. Sin embargo, en aquél momento de verlo por primera vez, preferimos subir a nuestra habitación y descansar un poco. Charlamos mi esposa y yo acerca de nuestro posible regreso a México y cómo éste se podría dar. Por fin, tras largo rato de plática, decidí que lo mejor era bajar un poco al lounge y tratar de pasarla lo mejor posible en estos que -posiblemente- eran nuestros últimos días en Alemania. Así pues, nos alistamos y bajamos. Al llegar al lounge lo encontramos terminando una partida. -Hola, buenas tardes! De donde es usted? -pregunté-. -De México, y ustedes? Los he oído hablar español y por eso me atreví a hablarle al niño. Ahora ya sabíamos que alguien de

Un ángel

Nos levantamos muy temprano por la mañana del lunes. Los empleados de la pensión aún no habían llegado. Antes de salir de la pensión dejé sobre la mesa del departamento la cantidad de dinero necesaria para cubrir el importe de nuestra noche clandestina (pudimos habernos ido sin pagar esa noche; pero soy fiel creyente de que lo que se hace se paga, y, en ese momento, no estaba para recibir más tonterías). Le pedía  mi esposa que me esperar sentada en la banca de un parque. Mientras tanto, busqué un hostal u hotel para poder pasar la noche. Era un día esplendoroso, el sol alumbraba a las demás personas de manera muy hermosa; sin embargo, yo vivía en las sombras: hundido completamente en mis problemas, cegado completamente por la oscuridad que la incertidumbre te regala. Caminaba sin sentido, daba vueltas sobre la misma cuadra. Llegué a un hostal y pregunté si había disponibilidad (hay que recordar que todo esto que me sucedió fue en pleno verano; ya sabrán ustedes cómo se batalla para

Túnez en español

Durante la semana que pasamos en la pensión pudimos recapitular lo que nos había sucedido. Nos habíamos dado cuenta de la magnitud -por fin- de lo que hacíamos, lo que nos estaba afectando y, sobre todo, lo que habíamos sufrido. Llegaba la hora de poner en una balanza lo ocurrido y generar un plan cuanto antes. Sabíamos que no podíamos seguir de esa manera. El mismo lunes de nuestra llegada a la pensión, pudimos establecer el bosquejo de un plan; un plan que salvara lo que estábamos perdiendo. El sueño de vivir en Alemania se estaba yendo y no lo podíamos alcanzar. Habíamos planeado el que mi esposa consiguiera -a como diera lugar- el contrato de trabajo por parte del restaurant para el cual estaba haciendo su prueba. Les he comentado que mi esposa es maestra y nunca había trabajado de mesera; mucho menos había recibido malos tratos en su trabajo. Aún así, sabíamos que era nuestra salvación; una pequeña luz que resplandecía por el cerrojo de la puerta tan grande y pesada que se nos h

The Spidership

La tarde se nos había echado encima, así que -después de darle la noticia a mi esposa de que ya había encontrado un lugar donde poder pasar la semana entrante- decidí que lo mejor era regresar a la casa del primo para poder descansar un poco.  Al llegar al departamento noté que el primo y las otras dos personas que ahí habitaban estaban de muy buen humor y pude relajarme un poco. Más tarde, llegó mi esposa de su prueba en el trabajo. Deseaba tomar unas cervezas y poder platicar un poco conmigo. Yo no podía pensar en tomar hasta saber en dónde nos quedaríamos el domingo (o sea, al día siguiente). Afortunadamente, pudimos contactar un hostal para el domingo; con esto se acompletaba la semana. Me sentía un tanto liberado (aunque fuera por una semana), así que compramos unas cervezas y escuchamos algo de música. Pasamos la noche de manera tranquila y dormimos bastante relajados; fue como si hubiéramos conseguido el logro más grande de nuestra vida. Por fin podríamos pensar en qué hacer si

Molletes con sabor a tranquilidad

Me acerqué con cierta precaución al que -en ese momento- era nuestro anfitrión.  Le pregunté cuánto nos iba a cobrar por las noches que ibamos a estar ahí; nos cobraría 40 euros y debíamos pagarlos al terminar nuestra estancia. -Disculpe, mi alemán no es muy bueno; pero es que no entendí muy bien si es que hay por aquí algún centro comercial y/o medios de transporte -le comenté-. -Ah!, claro que sí.  Aquí enfrente pasan dos rutas de camiones y hay un centro comercial cerca de aquí. Quieres que te lleve para que hagas mandado? -me contestó-. -Pues estaría excelente.  Muchas gracias -repliqué-. Subí a la habitación en donde se encontraban mi esposa y mi hijo.  Le dije a ella que cerrara con llave la puerta, ya que iba salir al centro comercial con esta persona. -Pero si nos dijo que no había nada -comentó mi esposa-. -Sí, pero hay que ver qué onda.  Ahorita regreso -le dije-. Bajé de nuevo y ya estaba esta persona en su camioneta esperándome en la puerta.  Abordé el vehiculo y nos pu

La película

NPD; qué siglas tan terribles. Éstas siguen rigiendo en poblaciones alemanas donde el desempleo es alto. Es de todos conocido los actos cometidos por los nacionalsocialistas durante el régimen de Adolfo Hitler; sin embargo, uno como mexicano lo ve muy lejano: en una época muy distante y en un país remoto. Ahora se hacen llamar NPD, o sea: National Partei Deutschlands , algo así como Partido Nacional de Alemania, y es para mí jactancioso el que las siglas en español serían PNA que, pronunciado, sonaría como PENA, y es verdad, es una pena que las diferentes sinsazones económicas las sigan cubriendo a la manera primitiva: con el nacionalismo exacervado y el odio a todo aquel que no pertenezca a su sociedad y cultura, tal como los animales que vemos en Discovery Channel o National Geographic (será que National Geographic es nacionalista? Just kidding...).  El mismo Hitler tenía cierta admiración por las sociedades animales; yo creo que ése fue su modelo de gobierno, pero en fin, este bl