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Showing posts from October, 2010

Las Burras

Quería tener en mi mente el recuerdo fresco de Tijuana; no quería olvidarme de sus calles y atracciones y, por qué no? de sus "desatracciones".  De esta manera, tomé el camión (la llamada "Burra") que me llevaría al centro de la ciudad (que también es la puerta de entrada a Estados Unidos).  Compré un boleto de ida a Los Ángeles y crucé al "otro lado" para abordar el camión. Eran las 10 de la mañana del lunes 14 de septiembre de 2009, y tenía que llegar unas horas antes de que saliera mi vuelo, el cual estaba programado para las 3 de la tarde, y la desesperación me embargó al momento de ver que había cometido el error de no programar bien los tiempos de traslado.  Ahora, me encontraba atrapado en una caja de hojalata con otras decenas de mexicanos que se dirigían a una de las ciudades más "mexicanamente" pobladas de Estados Unidos.  Sabía, en ese momento, que el tiempo era muy corto y que, a su vez, el camión iba parando en varias ciudades antes

Recuerdos pa´ llevar

Debo mencionar que, por un lado, me sentía en calor de familia pero, por el otro, me sentía completamente frustrado.  No podía escuchar nada con respecto a Alemania, y mucho menos podría hablar con mi esposa de lo sucedido.  Sin embargo, cada vez que caminábamos por las calles de Tijuana, nos preguntábamos a nosotros mismos qué era lo que hacíamos nuevamente en esta ciudad. Mi esposa había regresado a su trabajo habitual en la escuela; yo me disponía a entrar a una larga (y muy probablemente infructuosa) búsqueda laboral.  En realidad, no hizo falta mucho tiempo para darme cuenta de que tendríamos que volver a Alemania; en sí, hicieron falta sólo dos experiencias en la estación de autobuses en Los Ángeles y unas cuantas horas en Tijuana como para tomar la decisión de regresar a tierras germanas.  Esta vez no iba a ser como la anterior: no ibamos a complicarnos la existencia.  Sabíamos exactamente qué es lo que se debería hacer y -como menciono en el post anterior- sabíamos quién lo ib

Goth

Les dejo una de las canciones que me han acompañado a lo largo de mi vida, y que suena muy fuerte para mí. Podría ser que no sea de su agrado.

La banca del parque

Eran las seis de la mañana y aparecía tenuemente el sol por detrás de la montaña. Mi hijo había llegado a buen puerto; yo había llegado a buen puerto; mi esposa llevaba tiempo ya en buen puerto. Cuando crucé el umbral de la puerta y vi a mi esposa en el sillón, supe que, en realidad, no se alegraba de verme; unos instantes más tarde, supe que yo tampoco estaba feliz de verla. No estaba feliz de verla con la pared de la casa de mis padres como fondo; no me gustaba verla en el sillón que tantas veces vimos antes de nuestra partida a Alemania. Es decir, claro que me alegraba verla; pero no ahí, no así. Todavía no tomaba asiento en la casa de mis padres para disponerme a contar todo lo que he estado escribiendo en este blog, cuando la idea de Alemania venía muy fuerte a mi cabeza. Las miradas que cruzábamos mi esposa y yo eran de complicidad. Sí; sabíamos perfectamente qué hacer, cuándo hacerlo y quién lo haría. Sabíamos que ya no pertenecíamos a Tijuana. Este viaje había cambiado nuestra

Los Ángeles vs Dresden

Despertamos a la mañana siguiente bastante repuestos; listos para abordar nuestro avión con destino a Los Ángeles.  Ahora todo lo tenía bastante claro: regresamos a México y empezamos de nuevo.  Nos alistamos, nos arreglamos, desayunamos, hicimos check out -  no sin antes pagar 30 euros por la llamada- y salimos hacia el aeropuerto.  Llegamos al mostrador, tal como se me había indicado, y recibí los pases de abordar. Iba a ser un vuelo bastante largo: Düsseldorf-Franfurt-Denver, por Lufthansa, y Denver-Los Ángeles, por American Airlines. Bueno, listos ya, sentados en el avión, salimos hacia Frankfurt, y llegamos a dicha ciudad tan sólo 30 minutos después. Prácticamente sobre la  hora tocamos suelo y, sin más tiempo que el de abordar el vuelo intercontinental, corrimos.  Ahora si, ya estábamos listos para dejar tierras germanas.  De ahí en adelante fueron nueve o diez horas de vuelo hasta que llegamos a Denver (aproximadamente a las 2 de la tarde).  Bajamos del avión, recogimos las ma

Siempre no

Nos quedamos sentados en el andén de nuevo; ahora tendríamos que esperar media hora más.  Encendí un cigarro y pensé las cosas.  Me reproché las decisiones tan malas que había hecho hasta entonces.  Pensé en mi hijo, en mi esposa, en la situación, en el calor, en el tren, en la hora de llegada a Leipzig, en mis padres, en Dresden, en nuestro futuro, en el dinero, en el hambre, en el cansancio. No, estoy harto!  Estoy hasta la madre de esto!  Estoy harto de esta porquería!  Sabes qué?  Me voy, me vale, me voy y me voy.  Ya no más!   Por qué estoy batallando aquí? Cogí a mi hijo por el brazo y subimos hasta donde compré los boletos.  En ese momento llegó mi tren; no me importó.   Llegué a la taquilla y pedí mi dinero de regreso.  Sólo pensaba en que ojalá no fuera tarde para poder tomar la oferta de la aerolínea.  Quería tener un lugar donde estar; ya no quería estar sentado en un andén, con el calor, con el cansancio.  De todas maneras, la decisión había sido tomada y fui yo el que la

Algo de ICE para el calor

El grupito volteó rápidamente a verme; no sabían qué decir,  más que me deseaban mucha suerte y que fue un gusto el habernos conocido. -Quiere usted el importe de sus boletos?  Contestó la empleada. -Sí, por favor.  En estas condiciones y, dado el retraso, prefiero que me sea devuelto mi dinero. - Permítame su pasaporte, por favor... El dinero me iba a ser depositado en el transcurso de los días siguientes.  Antes, tenía que llamar a las oficinas y dar mi clave de confirmación del vuelo, así como mi número de cuenta. Me sentía liberado.  Sabía que había sido una segunda oportunidad; era un regalo de Dios para poder seguir adelante en estas tierras tan lejanas.  Así que, acto seguido, llamé a mi esposa desde un teléfono público y le di la noticia.  Obviamente hubo desconcierto por parte de ella; pero también felicidad. Ahora vendría la segunda parte de la odisea: Tendría que buscar la manera de que me fueran devueltas mis maletas.  Pasé más de una hora buscando en dónde tendría que

Aquí voy

LLevábamos aproximadamente unas cinco horas en la fila; mi hijo se encontraba recostado en una maleta y yo parado como las otras miles de personas en el aeropuerto.  Obviamente, se hizo un grupo de siete a ocho personas (incluyéndome a mí) y comenzamos a platicar.  Halagaron a mi hijo por ser tan bien portado; me preguntaron cuál era mi destino (ojalá lo supiera), etc... y conversamos tan a gusto que las horas corrieron un poco más soportables. Una vez más cerca de ser atendidos en el mostrador, escuchábamos que estaban enviando a los pasajeros a otras aerolíneas (sin costo extra) para ser llevados a sus destinos; sin embargo, a los más próximos, a nosotros, se les ofrecía una noche gratis en el hotel Marítima del Aeropuerto de Düsseldorf con los gastos pagados y  vuelos a la mañana siguiente por medio de Lufthansa; pero desde el aeropuerto de Frankfurt. Fue así como, los que estábamos en el grupito, decidimos tomar la opción del hotel y vernos en el bar para seguir platicando, ya qu

Vacuidad

Después de aquella noche, y muy apurados, nos alistamos para salir rumbo al aeropuerto.  Faltaban aún cosas por hacer: Había pensado en dejar una carta en el buzón de la administración de los departamentos para hacer saber que dejábamos el departamento y que nos disculparan por no avisar de manera correcta. Sin embargo, no lo hice; dejé la carta encima de un buró dentro del departamento.  Simplemente quería que encontraran la carta y supieran -entonces- que nos habíamos ido.  En ese momento, me importaba poco el qué pensarían de mí en Alemania.  Me despedí del departamento; me despedí de cada habitación y rincón. Con nostalgia recordaba cómo nos albergó el tiempo en que estuvimos ahí; todas las cosas que pasamos... no quería olvidarme de nada, quería mantenerlo vivo en mi memoria y, para poder hacerlo, me llevaría uno de los juegos de llaves que nos entregaron, así como tengo los juegos de llaves de los departamentos en donde he vivido (no sé, es algo que hago normalmente; siempre he