Desierto a base de jogurt y "Netto"

De ahí en adelante las cosas cambiarían.  Para bien o para mal, las cosas darían un giro o, al menos, eso pensaba. Mientras tanto, seguía "trabajando" en la obra de remodelación del restaurante.  El calor hacía de las suyas en Alemania y, conforme pasaban los días, el dinero había pasado a ser algo completamente lejano para mí.

Había pedido que me fuera pagado diariamente para poder mantenernos en lo que se firmaba un contrato fijo de trabajo. Afortunadamente, me fue pagado de esa manera. Entonces, si trabajaba dos o tres horas, recibía la cantidad correspondiente; en este caso, se me pagaba a cinco euros la hora (hagan ustedes sus cuentas). Dicho "sueldo" apenas alcanzaba para poder alimentarnos. Lastimosamente, no era llamado a diario y, por ende, teníamos que ser bastante calculadores con el dinero. De esta manera, les presento mi menú de junio-julio de 2009:

Lunes: Huevo con papa
Martes: Huevo con papa
Miércoles: Atún a la vizcaína
Jueves: Atún a la vizcaína
Viernes: Huevo con papa
Sábado: Huevo con papa
Domingo: Atún a la vizcaína.

Cabe destacar, que el Atún a la Vizcaína ya venía preparado; así es, en la tienda "Netto" puedes encontrar dicho tipo de atún enlatado y ya preparado. Las bebidas que teníamos a nuestra disposición eran: Agua, agua, agua, agua y más agua.  De hecho, doy gracias a Dios de que el agua corriente del baño es adecuada para el consumo humano, de haber estado en México, sería imposible sobrevivir ese tiempo sin haber pasado por una larga gastroenterítis.

Pasaban a veces dos o tres días para poder ser llamado de nuevo a trabajar.  Por supuesto, estaba en la más entera disposición de ir a la hora que se me pidiera.  Durante los días en que no se me llamaba, trataba de ahorrar lo más que se podía.  Hasta recolecté botellas de vidrio y plástico para poder sacar adelante la comida del día.

Pero se preguntarán por qué demonios batallaba tanto si ya tenía un empleo? Sencillo.  En Alemania se paga a un empleado mensualmente y no es común que se den adelantos. 
Las cosas comenzaron a desmoronarse muy pronto, es decir, cada vez pasaban más días para volver a ser llamado a trabajar.  El dinero era inalcanzable, y tampoco podía buscar otro empleo, ya que estaba a punto de ser contratado, ya con papel firmado y todo.

Una tarde, después de haber visto que no fui llamado después de casi una semana, salí a la calle a buscar no se qué, o sea, a buscar algo, lo que fuera, ya no importaba qué; pero algo al fin.  Así que fui caminando hacia el centro de la ciudad, el cual se encuentra a una media hora a pie desde mi casa.  Me preguntaba qué ibamos a comer al día siguiente. Afortunadamente para mí, me encontré al encargado del restaurante y me ofreció el ir a ayudar a acomodar la bodega de los vinos y limpiarla, ya que esa parte de la remodelación ya había concluído.  Fue un alivio para mi ver que la bodega estaba completamente desordenada y sucia, por lo cual iba a estar unas buenas horas trabajando en el lugar y eso me generaba dinero.  De esta forma, estuve aproximadamente unas siete horas trabajando. Al final, el encargado me ofreció tomar unas cervezas con él.

Me sentía satisfecho de haber conseguido algo para los próximos tres o cuatro días.  Aunque, después de eso, vino la racha más larga y más desesperante del mes, ya que ya no fui llamado a trabajar y sólo me presentaría a firmar mi contrato en cuanto me dijeran.

LLegado el mes de agosto -cuando se suponía que el restaurante abriría sus puertas- había bajado prácticamente unos diez kilos, de igual manera mi esposa. Aunque siempre procuramos que mi hijo desayunara, comiera y cenara (lo del menú).  El problema más grande con respecto a la alimentación de mi hijo fue que, como no contábamos con refigerador, no podíamos almacenar nada de lo que se cocinara y menos leche, la cual todo el mundo sabe, es algo muy importante en la alimentación de un niño.  Así es, pues, que la leche fue suplida a base de jogurt y únicamente se compraba lo que se consumiera en el momento.  Recuerdo que, cuando íbamos de "compras", veía los jogurts y tenía un antojo tremendo de uno; pero ni modo de dejar a mi hijo sin el suyo.

Debo apuntar que los jogurts eran comprados con moneditas de uno, dos y cinco centavos de euro, ya que, cuando teniamos algo de dinero, siempre guardábamos dichas moneditas porque pensábamos que eran como los centavos de Estados Unidos (que nadie las aceptaba). Imaginen ustedes la cara de la cajera o cajero de "Netto" al llegar a pagar uno o dos jogurts (los cuales costaban entre 50 y 60 centavos de euro) y que se pagaran con monedas de uno, dos o cinco centavos.  Pues desde entonces estamos prácticamente fichados con los empleados.
Ustedes disculparán, queridos lectores, que no haya mucha acción en estas dos o tres últimas entradas; pero no hay más que esto: hastío por el huevo y el atún, cabellos pegajosos por haber sido lavados con jabón de manos, la misma botella de desodorante para mi esposa y para mi, pantalones "de brinca-charcos" para mi hijo y calor, mucho calor.  Bueno, ahora que lo pienso, también está mi -tan querido- vecino, del cual recuerdo sus primeras "amigables" palabras: "Mann! Hier ist kein Spielplatz! Dein Sohn darf hier nicht spielen. Entweder du beruhigst deinen Sohn oder ich sage der Verwaltung Bescheid!!  Verstehst du was ich meine?".  Algo así, aunque no recuerdo con exactitud sus palabras.  Lo único que sabía era que no era muy amigable que digamos y que, a la larga, iba a tener problemas con esta persona.

Comments

  1. Hay aquí un personaje subestimado o mejor dicho poco tratado: tu hijo! Es una figura que por lo visto nunca perdió la calma ni la esperanza y que desde la perspectiva de un ni~no estaba seguro de que todo iba a salir bien fuera como fuera y todo se reducía -como corresponde a un menor- a un juego, una competencia, una prueba pasajera para después poder ir a dormir en calma. Sería interesante saber más sobre la forma en que tu hijo sobrellevóp la situación.

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  2. Eduardo,

    Como siempre, te agradezco tu atención y los comentarios tan ricos que haces. Así es, mi hijo es un personaje que no he abarcado con más profundidad; ten por seguro que lo incluiré más seguido, por lo menos desde el punto de vista que tengo de él.
    Te mando saludos hasta Berlín y cuidado con el calor.

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