El Escribir

Domingo, 08 de mayo de 2011

Me he despertado gracias al pálido resplandor blanquecino del sol en mi ventana. Tengo -todavía- queja de algún rastro de vértigo mezclado con un poco de aletargamiento; sin embargo, no es de la misma intensidad que antes y mi ánimo ha subido bastante, ya sea por el efecto de algún medicamento que tomo desde el pasado 19 de abril o porque mi ser no me permite estar apagado y taciturno todo el día. 

En todo este tiempo me he sumergido en los abismos de la incertidumbre y, en cierto grado, en los de la hipocondría. Por momentos aún adolesco de enfermedades inventadas y, en otros, vuelvo mi cabeza para ver la sonrisa de mis hijos quienes juegan alrededor mío. 

Hoy es un día precioso: es soleado y tibio. Podría ser que alguien disfrutara de este día en compañia de la familia o en algún paraje solitario, se ganaría la misma nomenclatura de soleado y tibio y hermoso. 

Quizá por esto descubrí que tenía ganas de escribir algo en el blog. No es raro en mí el que pase el tiempo y oportunidades para relatar algo en el blog y lo cambie por leer notas en el periódico o simplemente ensimismarme en el Internet mientras entono con la garganta alguna melodía sin sentido. Sin embargo hoy, hoy 8 de mayo, tengo muchas ganas de escribir. Tengo tantas ganas de escribir que eso hago. El dilema, claro está, es que no sé acerca de qué escribir. Y ya lo ven: comencé por escribir acerca del día tan hermoso que me ha despertado, quizá por no saber qué decir o por lograr alguna reinvindicación con ustedes, queridos lectores. Y es que mis ausencias no se deben a la falta de ganas, sino a la falta de concentración o de continuidad (de esto adolesco).

En sí, puedo decir que el día de hoy las ganas de escribir han entrado a mí y lo hacen a tal grado que en ciertos momentos las faltas de ortografía salen y reclaman un lugar en este texto. Es como cuando tienes tanta sed que no te importa derramar por entre las comisuras de tu boca el líquido tan preciado por el que te morías de ganas hace unos instantes. Así es, querido lector, las faltas de ortografía que se encontrasen en el presente texto, se deberían a las ganas tan intensas que tengo de escribir y, por qué no? pues porque no soy una persona que se jacte de tener buena ortografía; soy más bien vulgar y un poco corrientito en estos menesteres literarios.

Ahora sólo falta un tema (si tan sólo tuviera uno, maldita sea); sí, un tema, aunque sea pequeño, un temita, digásmosle así, un temita para desarrollarlo en pequeñito; algo con lo que pueda estar usted seguro de pensar que vale la pena abrir este blog por unos minutos y no estar leyendo noticias o dar vueltas sobre las mismas  diez páginas de Internet que visita a diario. 

He de confesar que siempre me han faltado los temas. En sí yo creo que esa es mi problemática en Alemania: no tengo nada de qué hablar con nadie y eso ha quedado demostrado en diversas ocasiones. Es más, puedo decir que me expreso mejor escribiendo que hablando. Hablando se me escapan las ideas, ya sea en español o en alemán. Ando como descontextualizado oral y vivencialmente, además de que los alemanes parecen como seres extraterrestres o, mejor dicho, los seres extraterrestres somos los extranjeros que "invadimos" la tierra de Beethoven y Wagner, para saciar nuestros más bajos instintos. Sí, quizá por eso no tengo un tema para hablar.

Pero bueno, ahora que tengo tantas ganas de escribir, comenzaré a pensar en un tema, algo que me guste, algo que le pueda llamar la atención a usted también, claro está. Cómo qué? Osama? No. Obama (ah, caray, Osama y Obama sólo se diferencian por una letra, es decir, Osama sólo estaba separado de EEUU por una letra, fíjese, tan cerca y tan lejos a la vez. Pero termino este paréntesis porque no me gusta extenderme en lo que pienso mientras escribo, además luego se hacen muy largos los paréntesis y pierde uno el hilo de lo que se estaba escribiendo o bien, leyendo; terminaré este paréntesis ahora mismo si a ustedes no les molesta, lectores míos).  (Por fin lo terminé).  De qué más podré hablar? Qué podré contar? Al parecer, después de tanta bulla, se me han escapado las ganas de escribir. Se me fueron como arena entre mis dedos (fíjese nadamás usted, querido lector, el lugar comunazo que me acabo de aventar, y también los lugares comunazos de toda esta palabrería, desde el principio hasta el final).  En fin, ya se fueron las ganas de escribir....

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