Molletes con sabor a tranquilidad

Me acerqué con cierta precaución al que -en ese momento- era nuestro anfitrión.  Le pregunté cuánto nos iba a cobrar por las noches que ibamos a estar ahí; nos cobraría 40 euros y debíamos pagarlos al terminar nuestra estancia.

-Disculpe, mi alemán no es muy bueno; pero es que no entendí muy bien si es que hay por aquí algún centro comercial y/o medios de transporte -le comenté-.
-Ah!, claro que sí.  Aquí enfrente pasan dos rutas de camiones y hay un centro comercial cerca de aquí. Quieres que te lleve para que hagas mandado? -me contestó-.
-Pues estaría excelente.  Muchas gracias -repliqué-.

Subí a la habitación en donde se encontraban mi esposa y mi hijo.  Le dije a ella que cerrara con llave la puerta, ya que iba salir al centro comercial con esta persona.

-Pero si nos dijo que no había nada -comentó mi esposa-.
-Sí, pero hay que ver qué onda.  Ahorita regreso -le dije-.

Bajé de nuevo y ya estaba esta persona en su camioneta esperándome en la puerta.  Abordé el vehiculo y nos pusimos en marcha.  Mientras tanto, trataba de saber quién era esta persona, si estaba casada, si tenía hijos pero, sobre todo, el por qué nos había dicho que "NO" había ni centros comerciales ni camiones. Me explicó que en Dresden tienen el modismo de decir "NO" al "SÍ", o sea, en lugar de decir "JA", como uno lo aprende en la escuela de idiomas, dicen "NO".  En ese momento sentí un gran alivio y, a su vez, una gran disposición por parte de él de conversar y, a su vez, tratarnos bien.

Hice el mandado en el centro comercial: compré panecillos parecidos a los bolillos de México (Brötchen), aceite, soda y cigarros.

Cuando regresábamos a la pensión me sentía muy cómodo y seguro. Al momento de llegar a la habitación, encontré a mi esposa llorando y con mucho miedo.  La abracé y le dije que no se preocupara, que había sido un mal entendido; que se tranquilizara. Acto seguido, subió el de la pensión para decirnos que si queríamos tomarnos unas cervezas con él.

Bajamos al jardín, y nos abrimos unas cervezas. Sentimos el aire del bosque en nuestros rostros; pero, sobre todo, la tranquilidad. Conversamos un buen rato y nos preguntó si necesitábamos algo. Le preguntamos si tenía internet y nos prestó una laptop; mi esposa la tomó y se dispuso a investigar acerca del primo perdido. Logró accesar al correo electrónico de mi suegra (ya que mi esposa tiene el password) y encontró un correo con la dirección y el teléfono del primo. Pedimos un teléfono y marcó mi esposa; nadie contestó y dejó recado. Unos diez minutos después recibimos la llamada del primo. Mi esposa y él se saludaron como dos personas muy distantes, aunque con ganas de arreglar lo que se había roto años atrás.

El primo nos invitaba a su casa a pasar una semana, aunque lo dejó muy claro: "Una semana, no más".
Entonces hablé con el de la pensión y acordamos que nos marcharíamos al día siguiente.

Después de tomar unas cuantas cervezas y de que la conversación se acabó, pasamos a nuestra habitación. Cocinamos una de las bolsitas con frijoles refritos que traíamos desde México y cenamos algo parecido a molletes. Vimos la televisión por un rato y nos dormimos tranquilamente.

A la mañana siguiente despertamos muy temprano.  Nos arreglamos y nos fuimos hacia el punto en donde nos habíamos quedado de ver con el primo. En el camino, vimos uno de los carteles con el rostro de la persona que nos había llevado a la pensión. El cartel decía: Kriminelle Ausländer raus, Turisten willkommen (leáse "extranjeros criminales fuera, turistas bienvenidos"). Cabe destacar que la palabra Kriminelle estaba escrita con una letra muy chica -casi ilegible-; entonces, lo que resaltaba, era Ausländer raus, Turisten willkommen (o sea, "extranjeros fuera, turistas bienvenidos"). Sin embargo, no prestamos mucha importancia a eso y seguimos nuestro camino.

La despedida con el de la pensión fue muy amable y nos dio una tarjeta para que recomendáramos la pensión. Con respecto a lo que pasó con nuestro fortuito encuentro con el NPD, pueden ustedes mismos sacar sus conclusiones, tal cual lo hemos pensado nosotros. Pero quedan preguntas en el aire: Por qué la ayuda? De qué quería hablar con nosotros el domingo? Si no nos hubiera encontrado, qué hubiera pasado? Siendo esta persona un partidario de la extrema derecha, qué lo motivó a hacer todo esto por nosotros? Fueron motivos políticos? O en realidad eran unos asesinos en serie (broma)?

Estas preguntas nos las seguimos haciendo hoy en día, y no hay respuesta...

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