Las Burras

Quería tener en mi mente el recuerdo fresco de Tijuana; no quería olvidarme de sus calles y atracciones y, por qué no? de sus "desatracciones".  De esta manera, tomé el camión (la llamada "Burra") que me llevaría al centro de la ciudad (que también es la puerta de entrada a Estados Unidos).  Compré un boleto de ida a Los Ángeles y crucé al "otro lado" para abordar el camión.

Eran las 10 de la mañana del lunes 14 de septiembre de 2009, y tenía que llegar unas horas antes de que saliera mi vuelo, el cual estaba programado para las 3 de la tarde, y la desesperación me embargó al momento de ver que había cometido el error de no programar bien los tiempos de traslado.  Ahora, me encontraba atrapado en una caja de hojalata con otras decenas de mexicanos que se dirigían a una de las ciudades más "mexicanamente" pobladas de Estados Unidos.  Sabía, en ese momento, que el tiempo era muy corto y que, a su vez, el camión iba parando en varias ciudades antes de llegar a Los Ángeles.

A la una de la tarde llegamos a Huntington Park; eso quería decir que aún faltaba mucho trayecto qué recorrer para poder llegar al aeropuerto y, si a eso le sumamos que había cambiado muy poco dinero en dólares (solamente traía euros), no tendría la posibilidad de abordar un taxi y llegar a tiempo.

No soy una persona que se jacte de conocer muy bien las calles de Los Ángeles; lo único que sabía era que debía abordar un camión del servicio público de transporte con dirección a LAX Airport.  Dicho camión tardó aproximadamente media hora en llegar.

Al aeropuerto llegamos aproximadamente a las 2:10 de la tarde; mi avión salía a las tres y se suponía que debía de estar -como máximo- a la 1 de la tarde.  En realidad, iba completamente estresado pensando en que, posiblemente, perdería mi avión y, con ello, la posibilidad de regresar a Alemania, ya que el dinero no iba a alcanzar para compra otro vuelo.

A mi arribo al aeropuerto y, dada su magnitud, debía de esperar el servicio de transfer hasta la terminal aérea internacional.  Pregunté en la caseta la hora de la siguiente partida y me senté a esperar.  En ese momento sentía un hambre voraz; pero sabía que debía aguntar hasta que se me diera de comer en el avión. Cinco minutos después, hizo acto de presencia el transfer.

Por las ventanillas del camión iba viendo con desesperación los logotipos de las aerolíneas y no podía esperar más para ver el logotipo de Air Berlin.  A lo lejos se hacía visible dicho logotipo y, volteando a ver el reloj que se encuentra en una de las pantallas del camión, supe que tenía un cincuenta por ciento de probabilidades de llegar existosamente a mi vuelo.

Bajé rápidamente entre empujones, jaloneos y regaños policíacos.  Corrí por el pasillo hasta llegar al mostrador de Air Berlin; afortunadamente, todavía se encontraba el personal de dicha compañia y, tratando de jalar oxígeno por todos los medios, pregunté si tendría la posibilidad de abordar.

-Señor XXXX? -preguntó la empleada-.
-Así es, señorita, soy yo -respondí jadeando-.
-Su boleto no es válido, ya que la tarjeta de crédito con la que pagó no fue aceptada -replicó-.

Sentí el corazón latiéndome fuertemente en la cabeza; llegué a sentirme mal fisicamente por el cansancio.  No sabía qué pasaba y cómo reaccionar.  Abrí mi cartera.

-Tengo la posibilidad de pagar aquí? -pregunté mientras contaba el dinero que traía disponible-.
-Sí -contestó amablemente-.
-Cuánto es?
-380 euros.
-Ok, aquí tiene -respondí mientras extendía mi mano con billetes y, a su vez, miraba mi cartera notando que quedaban sólo 50 euros en ella.
-No, el pago es en dólar; para ser exactos 450 dólares (no recuerdo bien la cantidad).  Tiene que ir a la casa de cambio -contestó-.

Bajé corriendo según las indicaciónes de la empleada y llegué a la casa de cambio.  Cambié el dinero y regresé a pagar.

Corría entre los pasillos para llegar a mi vuelo, afortunadamente, todo había salido bien.  El único problema que me aquejaba era que ahora traía cincuenta euros en mi cartera y tendría que hablar con mi esposa para que ella, a su vez, hablara con su colega para que nos regresara el dinero que le habíamos depositado a su cuenta para pagar los boletos.  Sin embargo, sabía que no era algo difícil, y me sentí bien por estar sentado dentro del avión.

Abrí un libro de distintos autores dramáticos bajacalifornianos, extendí mis piernas y me preparé para otro vuelo más.  Esta vez sabía que todo debía de ser diferente.  Noté que nadie iba a estar sentado a mi lado durante el vuelo.

Comments

  1. jaja maexicano, no tengo paciencia, lo confieso jajaja, debo saber pronto que ha pasado :)

    Espero que ese viaje haya sido espectacular de esperanza :)

    Saludos desde Venezuela.

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  2. Hola que tal, encontré tu blog buscando experiencias de mexicanos en Alemania, ya que tengo la idea de irme para allá, pero que ha pasado contigo, ya tienes rato sin escribir espero que todo este bien

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  3. veo que tus escritos estan sirviendo de mucho. Tambien queremos irnos a alemania y tenia muchas dudas que comienzan a aclararse bastante despues de leerte, ademas de que he hecho toda una movie en mi mente, me encanta leerte, no puedo parar, llevo toda la mañana y apenas voy en este post jejeje saludos.. espero que este todo bien por alla...

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