Siempre no

Nos quedamos sentados en el andén de nuevo; ahora tendríamos que esperar media hora más.  Encendí un cigarro y pensé las cosas.  Me reproché las decisiones tan malas que había hecho hasta entonces.  Pensé en mi hijo, en mi esposa, en la situación, en el calor, en el tren, en la hora de llegada a Leipzig, en mis padres, en Dresden, en nuestro futuro, en el dinero, en el hambre, en el cansancio.

No, estoy harto!  Estoy hasta la madre de esto!  Estoy harto de esta porquería!  Sabes qué?  Me voy, me vale, me voy y me voy.  Ya no más!   Por qué estoy batallando aquí?

Cogí a mi hijo por el brazo y subimos hasta donde compré los boletos.  En ese momento llegó mi tren; no me importó.   Llegué a la taquilla y pedí mi dinero de regreso.  Sólo pensaba en que ojalá no fuera tarde para poder tomar la oferta de la aerolínea.  Quería tener un lugar donde estar; ya no quería estar sentado en un andén, con el calor, con el cansancio.  De todas maneras, la decisión había sido tomada y fui yo el que la modificó al último momento.

LLegamos al aeropuerto de nuevo (el cual está conectado con la estación de trenes), y me acerqué al mostrador.  Ya no había más clientes; sólo mi hijo, la empleada y yo. 

-Buenas tardes, yo soy pasajero del vuelo XXXXX y deseo que se nos envíe al hotel y salir mañana hacia Los Ángeles.
- Sus pasaportes y sus boletos, por favor....

Ahora estábamos rumbo al hotel Maritima, el cual está en la misma terminal aérea.  Hambrientos y cansados llegamos al hotel.  Estando ahí, se nos asignó una habitación.

Lo que puedo rescatar de ese día es precisamente el hotel: Las habitaciones eran bastante cómodas y muy bonitas; algo pequeñas, pero muy bonitas.  Descansamos un largo rato en el hotel, nos bañamos y tomé una cerveza del frigobar.  Ya entrando la noche, bajamos a cenar con los cupones que se nos habían otorgado.

Ahora parecía estar todo bien (recordando mi post anterior: "Gracias, Miyagi").  Comimos bastante sabroso y, terminando, salimos a caminar por Düsseldorf.  Pensé: "Pues si ya me voy de Alemania, mínimo conozco algo de esta ciudad".  Salimos con rumbo desconocido.  Llegamos a una tienda de chinos y compramos juguetes para mi hijo.  Jugamos un poco en un parque y, ya entrada la noche, regresamos al hotel en donde mi hijo quedó dormido en menos de diez minutos (pobrecito, se cansó mucho, pero se comportó de una manera tan buena, que me hace admirarlo).

Tomé una cerveza del frigobar y llamé a mi esposa a México.  Tenía que informarle que siempre sí íbamos para allá.  Está de más, creo yo, el decirles que fue una charla triste, como las anteriores, pero habría que acatarse esto y no seguir especulando.  Como lo he mencionado anteriormente, deseaba arreglar todo esto y olvidar.

Terminé mi cerveza, salí al balcón, fumé un cigarro y me tiré a la cama.  Rápidamente quedé dormido...

Comments

  1. El mismo Anònimo enamorado de Dresden se despierta con esas palabras en la frente: "No, estoy harto! Estoy hasta la madre de esto! Estoy harto de esta porquería! Sabes qué? Me voy, me vale, me voy y me voy. Ya no más! Por qué estoy batallando aquí?".......y se acuesta con las palabras: "otro dìas, lo lograràs... no està tan mal.."

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