Alemania cabe en Tijuana?


"No madrugues", me dice mi esposa antes de dormir. No le gusta que me duerma tan tarde y que me levante tan temprano, puesto que, según sus palabras, goza de sentirme a su lado, pero es que, sencillamente, no puedo. Para mí es tan difícil manterme dentro de una cama, a menos, claro, que haya razones de peso: una enfermedad o hacer el amor, aunque inmediatamente después, ya estoy en posición de alerta y reacciono al primer estímulo para levantarme.

Desgraciadamente, eso no me ayudó en el momento en el que estaba enfermo de los ojos. Cada día me costaba más trabajo levantarme, ya que el primer pensamiento que me asaltaba por las mañanas era el que podría quedar ciego. Era paradójico: en las noches el dolor me mantenía muy despierto y por las mañanas un extraño sopor se apoderaba de mí.

Casi un mes transcurrió para que la inflamación en mis ojos pasara y, de inmediato, se puso a prueba mi agudeza visual al conducir en la noche por la carretera. Dicha carretera y dicha prueba me llevarían a una nueva ciudad, a nuevas personas y a acontecimientos que supondrían ser un obstáculo en mi vida.

Tenía un nuevo trabajo: Sanborn´s, en la ciudad de Tijuana, que -al contrario de lo que muchas personas piensan- resultó ser un trabajo muy agradable para mí. El hecho de poder comer lo que quisiera y que, además, no tuviera que pagarlo, era algo nuevo. Pasarían más de dos años aproximadamente para que volviera a visitar Tecate; mi trabajo me absorvía -laboraba algo así como diez horas diarias-.

Así transcurrió todo el año siguiente: entre que trabajaba por la tarde o por la noche, entre que conocía personas y se iban. Ese año fue tranquilo en todos los aspectos, por lo que habíamos decidido, mi esposa y yo, echar raíces en Tijuana. Teníamos contemplada la idea de comprar una casa de interés social; aunque eso nunca fue de mi agrado. Alemania, simplemente, había quedado fuera de nuestras vidas y de nuestro alcance. La monotonía, el exceso de trabajo y la aparente tranquilidad de nuestro espíritu, enfriaron el sueño que se había concebido años antes.

O al menos eso pensábamos... Hasta que llegó el 15 de enero de 2006; día que cimbró lo más profundo en mí y el cual me reservo para platicarlo con mi esposa y solamente con ella. Lo único que puedo -y quiero- explicar de este día es que puso en nuestras mentes, nuevamente, el sueño de Alemania. Una desesperación por querer salir de Tijuana se había apoderado de nosotros...

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