Y el techo, apá?

Bonita mañana de domingo el día de hoy. He despertado a las 5:00 am, dado que el día de ayer estuve pintando el departamento y me he dormido aproximadamente a las 6:00 pm. Como es bien sabido mi caso de rechazo a la cama, no pude manterme dentro de ella por más de diez minutos después de haber despertado; pero más que sentirme desmañanado, pude disfrutar de un hermoso amanecer en Dresden.
Lástima que los amaneceres que veía en Tijuana no los disfrutaba debido a la prisa por desayunar y salir a trabajar. Además, muchas veces nos la pasábamos en vela esperando a que apareciera algún bicho raro en la casa en donde vivíamos.
Qué barbaridad de casa! En verdad son pocas las palabras para describir aquel lugar. La casa tenía una extensa plaga de cienpiés y viudas negras. En sí, después de buscar en Internet qué clase de bichos se alojaban en nuestra casa, encontramos un video en Youtube de peleas de bichos, por este motivo ya no sabíamos mi esposa o yo quién era más peligroso: si el ciempiés (o cienpiés -ya no sé yo, la verdad-) o la viuda negra, ya que -en algunos de los casos- el ciempiés derrotaba a la viuda negra, puesto que también es un bicho peligroso.
Era muy curioso cómo, cuando bajábamos a la cocina a servirnos leche o querer cenar algo, teníamos que prender todas las luces de la casa para que no nos fuéramos a encontrar de frente a alguno de estos animalejos.

Para ese entonces, había yo renunciado desde hacía ya dos años a mi trabajito en Sanborn´s; debo reconocer que me dolió el dejar a tanta gente que conocí; pero, aún más (y no me tachen de misántropo, por favor), me dolió el no volver a comer gratis en Sanborn´s. Asimismo, había ya trabajado y renunciado un año más tarde en una agencia de viajes; allí adquirí experiencia en dicho tipo de negocio para, mas tarde, comenzar a trabajar para TUI en Baja California; esta vez lo haría como gerente de ventas de la zona de Baja California.

De mi trabajo en TUI puedo apuntar que quedé sorprendido por que me dieran el empleo, dado que mi nivel educativo no era lo suficiente como para poder, siquiera, pasar de la entrevista con la persona de Recursos Humanos; sin embargo, lejos de que me fuera mal, tuve éxito en mi labor, dado que la empresa pasaba -en tan sólo seis meses- de vender cero dólares mensuales a más de 35,000 dólares por mes. Pienso yo que fue el mejor trabajo que pude haber tenido, ya que gozaba de libertad para escoger clientes (agencias de viajes), organizaba mi tiempo y, lo mejor de todo, viajaba.

Pero el tiempo de dejar mi trabajo y "la casa de los bichos" (como ahora le llamamos mi esposa y yo) se acercaba.

Una noche, cuando mis jefes -provenientes de Cancún- se encontraban en mi zona para conocer las agencias de viajes en Baja California y, asimismo, tomar parte en un desayuno que yo organicé para agentes de viajes en el Hotel Lucerna de Tijuana, el cielo se nos vino encima: la incesante lluvia de principios de invierno en Tijuana hizo que el techo de la casa se abriera y se cayera por pedazos.

Pueden imaginarse la escena: Mi esposa, mi hijo y yo dormíamos. Esa noche fuimos a la cama temprano, dado que al día siguiente tenía que levantarme casi de madrugada  para asistir y terminar de organizar el desayuno para más de 350 personas, cuando, sin más, un ruido me hizo despertar aproximadamente a las 2.00 am; era un ruido semejante a cuando uno orina. De pronto, el ruido se tornó más fuerte y me hizo levantarme y prender la luz, para encontrar que un agujero -por el cual una persona facilmente cabía- se había instalado en mi techo, quitándome la tranquilidad con la que dormía.

En menos de cinco minutos toda la recámara estaba inundada, así que tomamos a nuestro hijo (todavía dormido), bajamos a la sala a platicar y ver posibles soluciones. Después de analizar un poco la situación, decidimos llamar a mis padres para que nos dieran asilo en su casa. Es así cuando subo y encuentro que no había techo; práctimente era como una casa convertible a la que se le atoró el capote.

Esta por demás decir que salimos de la casa y que cancelamos el contrato de renta, que todas nuestras cosas se mojaron y también que mi desayuno fue existoso y que estuve somnoliento durante todo el evento.

De esta manera tan abrupta, terminaríamos nuestra estadía en Baja California como cuando llegaron mis padres de México: en su casa...

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