Algo pasa...

"Algo pasa", me dice mi hijo asomado por la ventana. En el entretiempo, leo los periódicos de Tijuana en busca de más matazones y secuestros; y no es que lo haga con mala fe, sino que dicho tipo de notas son las que dan de comer ahora a los periódicos de la ciudad.

"Papi, algo pasa!". Y es que me había olvidado de la fecha de hoy: 13 de febrero. Para muchos, esta fecha puede significar solamente que mañana es día de San Valentín; pero en Alemania, no, nunca. Hoy es un día negro y terrible en la historia alemana; una llaga infectada que sigue aquejando a los ancianos y a los jóvenes: unos como víctimas directas de lo acontecido y otros como la faz de la venganza y el coraje. De igual manera habrá rojos. Sí, rojos; jóvenes que se identifican bajo el monumento a Stalin. A primeras horas del día, una marcha comienza a gestarse. Banderas hondeando colorean las calles, mientras el fulgor de rojos, neonazis y pacifistas, flota en el aire. Cual olla exprés a punto de estallar, miles de piernas desfilan a lo largo de las calles, defendiendo cada uno sus ideales.

Así es, hoy 13 de febrero, se asoma mi hijo por la ventana y observa la mansedumbre de los helicópteros que sobrevuelan la ciudad, mientras que en las calles todo es aparente calma, una calma que, al final, me hace prestar atención a lo que me indica mi hijo y, que a la vez, me hace salir de mi departamento en busca de imágenes para compartir.

13 de febrero de 1945, un día que hasta hoy -hasta a mí- viene a afectar y más a todo aquel que piense que Hitler y sus ideas acabaron. Hoy es un 13 de febrero que hace que recordemos a todas las personas caídas bajo el incesante bombardeo a Dresden; un 13 de febrero negro, que ahora se pinta de rojo.... Mañana, 14 de febrero, sesenta y cinco años antes, sabrían los alemanes, por segunda ocasión, a qué sabe la derrota. Mañana, miles de personas, no tendrían la dicha de observar otro amanecer.

En memoria de todas las personas asesinadas bajo el fuego cobarde e inútil de los Estados Unidos e Inglaterra.