Tijuana 2007




Por fin me recupero del cansancio mental de esta semana. Hoy hace un día esplendoroso en Dresden y las temperaturas comienzan a ser más cálidas: 2 grados.

Me siento recuperado después de haber dormido lo suficiente y de haberme relajado. Me siento tan recuperado como cuando terminé de hacer el papeleo que me trajo a Alemania. Todo aquel año fue de trámites y visitas a oficinas de gobierno.

Afortunadamente, 2007 fue otra cosa. Ahora que lo pienso, fue un año bastante productivo en cuanto a trabajo, aunque también las ansias de que llegaran los papeles de mi esposa me consumían.

La cónsul nos había dicho que el trámite tardaba de seis meses a un año; pero no, éste iba a concluir hasta julio de 2008, cuando, tomando unas cervezas con mi esposa, sentimos una frustración tremenda al ver que no llegaban los papeles.
Para entonces ya habíamos vivido la terrible experiencia de la guerra contra el narcotráfico que nuestro ilustre presidente encabeza; hasta lo puedo contabilizar: Un atentado de bomba en la escuela de mi hijo, una balacera contra el que después fue secretario de seguridad pública de Tijuana (vivíamos muy cerca), una balacera a dos cuadras de mi casa, circular por la calle -donde momentos antes- habían matado a una persona, ir de vacaciones a Tecate y -en pleno descanso- ver el desarrollo de una balacera entre la Policia Federal y narcotraficantes.
Claro está que toda esta serie de sucesos repercutieron en el estado emocional de mi pequeña familia. De tal manera que el simple hecho de salir a la calle a desayunar, era para todos nosotros una aventura nada grata. Yo creo que eso hizo más larga nuestra espera. Aún ahora, cada vez que mi hijo escucha el tronar de los fuegos artificiales, le entra un pánico tremendo, al punto de mortificarse.
En sí, creo yo que en este punto, todos los ciudadanos de Tijuana traen una pequeña parte de mi hijo en cada uno de ellos: esa parte que no te permite dormir por el miedo y la incertidumbre; ese no saber si mañana estarás vivo o si alguien te secuestrará; ese latir rápido del corazón cada vez que junto a ti se estaciona una camioneta; esa zozobra con la que TODOS -incluyendo a mi hijo que vive en Alemania- nos despertamos por la mañana.
Yo no quiero reclamar nada al gobierno; quiero que se queden las calles vacías, que todos los tijuanenses honestos, todos los secuestrados, todos los muertos injustamente, todas las personas que lloran a sus muertos, TODOS, vivieran en Alemania conmigo, con los que nos fuimos, con los que estamos, como diría Nietzsche: "Más allá del bien y el mal...".

Comments

  1. No estoy seguro si vas a leer esto, pero me ha sucedido lo mismo, salí de allá casi hace un año, y todavía hasta el día de hoy mi hija me pregunta: ¿Papá, si no nos hubieramos tirado al piso, nos matan? yo le contesto con la verdad, "Si, pero no te preocupes, now get ready we are late"- "Papá, could my grandma come to Australia"...

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