De vuelta a la vuelta

Una vez llegado a Dresden, después de las horas reglamentarias de vuelo, con el cansancio reglamentario y la incertidumbre reglamentaria, enfilé rumbo al antiguo departamento. Claro está que habría que checarse si es que alguien no había ocupado ya lo que antes fue nuestro departamento.

Unos minutos más tarde, estaba frente a la puerta del edificio en donde se encuentra nuestra morada, toqué el timbre y al no recibir respuesta decidí subir y ver con mis propios ojos si alguien había allí. Tomé mis llaves y abrí despacio la puerta; está hizo su sonido característico de rechinido y por fin me encontraba dentro. Todo seguía igual: La cama, la pijamita que había dejado ahí mi hijo, la última botella de cerveza que tomé antes de salir hacia México, los filtros de los cigarros fumados en aquella noche de incertidumbre, todo.

Me sentí en casa. Muy extrañamente sentía ese calor de hogar que hacía muchas horas no había sentido. No había notado el grado de silencio en el que se encontraba el departamento; sólamente sabía que me encontraba sólo y que así habría de estar por un tiempo indefinido, ya que no teníamos fecha precisa para que mi esposa y mi hijo regresaran de México.

En este punto no seré yo el que cuente lo que aconteció durante aquellos días de soledad. He decidido abrir completamente todo y lo haré. Amigo lector, lo que estará por leer desde ahora serán los emails personales entre mi esposa y yo. En ellos encontrarán las palabras, circunstancias, problemas y demás que necesito para poder seguir dando forma a este relato de mi vida. Quiero hacer mención que no los engañaré diciendo que son mis mails personales, ya que eso sólo demeritaría lo que trato de hacer: Crear una pequeña recopilación de lo que me ha acontecido y lo que busco es que los eventos se plasmen de manera fidedigna. Bien, aquí vamos.

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